Con la llegada a casa de mi primera gata llamada Missy, la
felicidad parecía ser bastante completa. Yo jugaba con ella y la tenía como una
muñeca, la vestía y la paseaba en mi cochecito de muñecas de color celeste.
Missy tenía buen carácter y nunca protestaba. Un día nos dimos cuenta que
estaba esperando gatitos. Llegó el día, mejor dicho la noche, cuando iba a dar
la luz. Nunca olvidaré esa extraña situación. Missy se había subido encima de
la barriga de mi papá mientras él dormía profundamente y allí mismo empezó su
parto. Mi papá despertó y al ver lo que ocurría no sabía que hacer, él entendió
que no tenía otra opción que quedarse quieto hasta que los gatitos hubieran nacido.
Así que allí estaba mi papa tumbado y aguantando esta inusual situación. A mi mamá
le parecía demasiado gracioso y quizá también con una mezcla de nerviosismo, no
paraba de reír. Y claro, eso era algo que irritaba aún más a mi papá.
Así fue que nacieron tres lindos gatitos, dos de ellos se regalaron a mis
vecinos y el tercero se quedó en espera de ser adoptado por alguien más.
Recuerdo que decidí usar toda mi fuerza de convencimiento para que el
gatito se quedara con nosotros. Y lo logré, el gatito se quedó en casa y le puse
el nombre de Vivi pensando que era una hembra. Más adelante nos dimos cuenta
que era un macho pero nunca le cambiamos el nombre.
Mis gatos eran muy curiosos, les gustaba comer mazamorra de arándanos
con leche, solían sentarse en una silla al costado de la mesa. A ellos les
encantaba también subir se al Volvo Amazon de mi papá.
Una vez durante un viaje en tren con mi mamá para visitar a mis abuelos ocurrió
algo que me asustó mucho. Missy se había quedado con mi papá, pero Vivi iba con
nosotros. Nos encontrábamos cambiando de tren en una estación cuando de repente
pasó por nuestro lado una antigua locomotora de vapor haciendo un ruido
horrible. Vivi se asustó y se escapó de los brazos de mi mamá.
Ella me subió muy rápido al tren y se fue a buscar a mi gato. Allí
estaba yo solita con 5 años y muy asustada. Cuando el tren empezó a moverse no
sabía nada ni de mi mamá ni de mi gatito. Por suerte todo terminó bien ya que
después de un rato apareció mi mamá con mi querido Vivi en brazos.
Pienso que es muy importante que los niños tengan la oportunidad de
tener una mascota. Es una buena forma de empezar a tomar responsabilidad y ser
más sensible con el mundo animal.
Hoy en día hay muchas especies que están en peligro de extinción. Ellos,
los animales, no se pueden salvar solos. La salvación tiene que venir del lado
de los seres humanos, que son conscientes
y responsables.
Si una persona nunca ha tenido una relación de amistad con un animal, se
le hará muy difícil entender cuando ellos necesitan nuestra ayuda y
solidaridad.
En la imagen: "Gato trepador de la Toscana" (dibujo de Solveig 2015)
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