Hay momentos en los que, ya sea por miedo o por
ira, nos cegamos por completo y cometemos actos que en otras circunstancias jamás
habríamos pensado hacer. Esos momentos en los que se nos pueden escapar palabras
crueles que hieren y hasta en los que podemos cometer actos reprobables de difícil
excusa. Momentos cuando perdemos el control de la situación y de nosotros
mismos. Todo esto es debido al llamado “secuestro emocional”.
Nuestra parte emocional nos prepara para respuestas automáticas que
antes tenían la característica de ser vitales, pero que a veces no resultan ser
positivas. Para entender las mejor cosas dejo algo en claro:
El cerebro tiene una parte emocional y otra parte racional.
El secuestro emocional se explica como la reacción automática a un estímulo.
Es decir, es cuando la parte racional del cerebro deja de funcionar.
Esta es una reacción primitiva y la hemos tenido desde que el hombre
existe, si se quiere, por necesidad. El primitivo lo usaba para huir de los animales
silvestres u otros peligros inminentes.
El gran problema es que a pesar del tiempo, este tipo de reacción de
corte básico, no ha cambiado en nosotros que hemos pasado por todos los
procesos para convertirnos en seres civilizados.
Por necesidad, la parte emocional del cerebro siempre ha reaccionado más
rápido que la parte racional, es decir, lo emocional gana sobre lo racional. Es
más urgente salir corriendo delante de un oso furioso que ponerse a filosofar
si realmente es conveniente hacerlo.
La culpa de esto la tiene la “amígdala”, que es una glándula del
tamaño de una almendra. La amígdala dirige nuestras reacciones, es la que
da señales de peligro, y es inmediatamente después cuando tenemos que tomar una
rápida decisión.
En estas situaciones, cuando se está produciendo el secuestro
emocional, toda nuestra atención se encuentra dirigida a dar una respuesta
emocional impidiéndonos llevar a cabo un proceso de racionalización de la
situación que vivimos.
Así que en realidad no hemos llegado muy lejos en nuestra evolución.
Mandamos sondas a Marte pero la mayoría de la gente no ha aprendido a controlar
sus emociones primitivas.
Haz un experimento contigo mismo y responde con honestidad a la pregunta
de cuantas veces has reaccionado con la amígdala durante la última semana ¿?.
Estoy segura que te sorprenderías porque si no somos conscientes de
nuestras reacciones, quiere decir que todos nos encontramos bajo esta misma
situación de inconsciencia.
Claro que como somos seres vivos pensantes, podemos mejorar siempre. Si
tomamos conciencia de este problema podemos empezar a controlar nuestras
emociones negativas.
Prueba empezando a controlar tus emociones y te vas a sorprender de todo
lo que podrás conseguir al final. Así se podrían evitar muchos problemas y
situaciones innecesarias.
Mucha suerte y a contar hasta 10 antes de hablar o reaccionar. Me
encantaría que alguien se atreviera a contar sus experiencias acerca de esos momentos
en los que hubieran podido reaccionar bien y evitar situaciones desagradables.
Un saludo a todos los que me leen, les deseo que pasen un feliz fin de
semana y sobre todo con mucha paz y armonía.